lunes, 2 de enero de 2012

Definición de una “ Cornuda”

Hoy busque en el diccionario cual era la exacta definición y encontré esto: cornudo, -da adj. 1 Se aplica al animal que tiene uno o más cuernos. 2 Se aplica a la persona que ha sido engañada por su pareja habitual al mantener relaciones sexuales o amorosas con otra persona.

Después tuve la necesidad imperiosa de conocer la historia de los cornudos y la Historia ha permitido que el sexo evolucione en las diferentes culturas. Por ejemplo, en la Prehistoria no existían límites al sexo ni tampoco normas que acatar entre hombres y mujeres. Esto se refleja en las pinturas rupestres donde priman los falos y escenas repletas de erotismo y sexualidad. Lo mismo sucede con las esculturas. La gran mayoría de ellas representan penes
y vulvas, dándole un significado místico y una importancia divina en muchos casos.

Si avanzamos un poco más en el tiempo, nos topamos con la Sociedad egipcia. Una sociedad libre de tapujos sexuales, donde lo más común era el incesto y los matrimonios entre hermanos. Las orgías eran la tónica más habitual en las altas esferas políticas y sociales. El papel de la mujer era imprescindible. Las prostitutas gozaban de un status de privilegiadas y se permitía que incluso las mujeres casadas tuvieran aventuras con otros hombres y trajeran los hijos a casa. Algo impensable en nuestra sociedad que presume de ser más liberal. La cultura egipcia choca directamente con la babilónica que no permitía el adulterio y mucho menos el incesto. La mujer no era un vientre más, sino un objeto de deseo y respeto.

Para liberales, los griegos. En la Grecia Antigua consideraban el sexo como algo extremadamente importante y necesario para todo griego. El buen ciudadano debía conocer las artes de la sexualidad y sensualidad con la misma precisión que la oratoria. Todo se puede desprender de la mitología griega donde se deja ver la clara aceptación por las orgías, bacanales, infidelidades y prostitución. Incluso la homosexualidad era abiertamente aceptada, tanto para los hombres como para las mujeres. Es más, la sexualidad y la belleza debían ser adoradas como una divinidad.

En el otro lado de la balanza de la libertad nos topamos con los judíos y con los cristianos. Son culturas y religiones mucho más restrictivas que las señaladas anteriormente. La mujer sólo tiene dos funciones: procrear y servir al marido y a los hijos. No tiene ninguna libertad sexual, con lo que tampoco puede elegir marido. Sin embargo, el hombre sí. En la Edad Media debido a la gran influencia del Cristianismo y a la imposición de la Inquisición, el sexo se trató como un pecado mortal. Algo impuro y sucio.

El Renacimiento hace que la mente se abra y se considere al ser humano como el centro del universo. Con ello las pasiones más ocultas del hombre se convierten en algo natural e imprescindible para el desarrollo de la personalidad. Esta nueva mentalidad humanista se deja ver en las obras de artes más relevantes de la Historia. Los artistas reflejan sus instintos sexuales y sus necesidades físicas en las curvas de las Venus y en las esculturas de mujeres desnudas con curvas sinuosas.

En la actualidad todos estos cambios históricos han ayudado a crear una nueva visión de la sexología y a que otras culturas todavía mantengan tradiciones ancestrales respecto al sexo y al placer. En nuestros tiempos, el sexo se ve como algo más que natural, pese a que determinadas religiones se esfuercen en continuar tratándolo de pecado capital.

Ahora se practica sexo y se hace el amor con parejas habituales u ocasionales sin temor. Y es que gracias al aperturismo, y también a Freud, el ser humano se preocupa más por el funcionamiento de su cuerpo y por la necesidad de sentir placer. Las personas nos esforzamos en seguir nuestros instintos sin preocuparnos por las diferentes concepciones sociales que todavía se anclan en considerar al sexo como algo negativo. Después de la II Guerra Mundial, la sexología se torna como una ciencia más. Interesante, importante y necesaria. Hay diferentes visiones del sexo. Existen cientos de culturas que ven el sexo de manera diferente. En Oriente Medio el sexo está vetado. Sin embargo, no consideran extraño mantener relaciones con un cordero. Lo que sí que no aceptan es comer su carne después, ya que lo toman como un pecado mortal.

En esta línea se encuentra Líbano, donde los hombres sí pueden mantener relaciones sexuales con animales siempre y cuando sean hembras, ya que si se copula con un animal macho se castiga con la pena de muerte. La masturbación, pese a lo que se dijo en líneas anteriores, no está aún muy reconocida como práctica sexual y en Indonesia está penada con la horca. La virginidad, tan preciada para los católicos, no es tal para los habitantes de la Isla de Guam en el Pacífico. Las mujeres no pueden casarse si son vírgenes, así que existe la figura del desvirgador que se encarga de preparar a las jóvenes antes de su gran día. Lo más curioso es que cobra por este trabajo. Al norte de África, muchos hombres desconfían tanto de sus mujeres que para asegurarse llevan a cabo una práctica dolorosa y poco fiable. Colocan de rodillas a la mujer, le obligan a que abra la boca y con un hierro incandescente le queman la punta de la lengua. Si la mujer la retira, ha cometido adulterio y queda a expensas de lo que decida el marido. Si aguanta, es una mujer plena y fiel a su pareja.

En este aspecto, las mujeres se encuentran en un estado de represión en cuanto al sexo. Y es que en países como Colombia no sólo tienen que acudir vírgenes al matrimonio, sino que su primera relación con el recién casado ha de estar supervisada por la madre de ella para que se acredite así que existe una actividad procreadora. No se ha olvidado en Latinoamérica la función de servir de vientre a una nueva vida, como sí se ha olvidado en la mayoría de países occidentales. Pero hay otros casos en los que la mujer tiene más margen de actuación. En Hong Kong, si la mujer conoce de la infidelidad del hombre, puede matarlo, siempre y cuando sea con sus propias manos. Algo que se practica con asiduidad en algunas tribus desconocidas de África, pero cambiando los papeles. No es la mujer quien castiga personalmente al marido, sino éste a su mujer en el caso de que cometa adulterio.

Después de leer la historia, con la cultura que más me identifiqué fue con la de Hong Kong. Alejo durante nuestros 31 años de casados me fue infiel en infinitas ocasiones, todas muy parecidas, vale decir, ninguna de sus amantes era mayor de 25 años, tuviera él la edad que tuviera, entre otras similitudes que ya les contaré Antes de convivir con Alejo a mis 25 años, hecho que sucedió a los 4 días de haber mantenido nuestra primera relación sexual, yo ya había estado en pareja dos veces. La primera vez me casé por ley con Adams a los 15 años, totalmente virgen y pura, (Adams es una variante de Adán, lo bautice así porque fue mi primer hombre). A los 5 meses de casada y después de hacer tratamiento médico quedé embarazada de mi primer hijo varón, Alejandro (Por Alejandro Magno, yo consideraba que no había nadie más importante que él en la historia de la humanidad y él ahora sigue con la misma creencia sobre si mismo), tenía 16 años. A lo 18 años quedé embarazada de Linda (Significa dulce y bella y lo es). Mi matrimonio con Adams fue una real tortura, a excepción de mis periodos maternales. Pero de ello les hablaré más adelante. A los 20 años y después de divorciarme de Adams, conocí a Justo, después de un año de salidas pasionales furtivas, nos fuimos a convivir sin casarnos, estuve en pareja con él por un poco menos de 2 años, tenía 7 años más que yo y me resultaba un tanto chocante, pues lo veía mayorcito. Lo bauticé Justo, porque Llegó justo cuando estaba sola y con 2 niños cuando  todavía no era mayor de edad. De este matrimonio nació Maga (le gusta el esoterismo y la holística). Me separé de Justo cuando Maga tenía 3 meses, también más adelante les hablaré sobre él.

Alejo nació en mi mismo año, vale decir que tenemos la misma edad, lo contratamos con una socia para que nos realice el edificio de nuestra empresa, él era un arquitecto recibido hacía 2 años, pero había trabajado con su padre desde sus 5 años en la constructora que estos tenían. Yo había trabajado desde mis 5 años en la fabrica de mis padres, manejaba desde los doce años y en ese entonces era empresaria inmobiliaria con una socia. Entre Alejo y yo había muchas similitudes, ambos éramos descendientes de italianos y nos habían criado de formas muy parecidas. En lo que nos diferenciábamos era en que yo solo había terminado la escuela primaria y él la facultad.

El primer día que vi a Alejo pasar por delante de mi oficina, me enamore, no sabía como hablaba, pues todavía no había escuchado su voz, ni sabía su estado civil. Fue un flash que me transportó a mis 12 años, él se parecía a un cantante español de música romántica de quien yo estaba perdidamente enamorada, estaba tan loca de amor por ese cantante que no existía un solo día de mi vida en que yo no lo escuchará. Eran tan parecidos que me impresioné, inmediatamente le pedí a mi socia que desapareciera para poder atenderlo yo y hablarle sobre el futuro proyecto de arquitectura para el cual lo íbamos a contratar. Ese día jamás imaginé que nuestra historia duraría 31 años y terminaría conmigo con el tan despreciable y bien ganado título de “Cornuda”.

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