Mi padre era un joven muy delgado, con un bigote finito, ojos verdes de estatura baja como su madre. Para salvarse del Servicio Militar que en aquella época era obligatorio, se había cortado los dientes con una cortaplumas. Cuando llego a la revisión médica del Instituto militar, el coronel que lo atendió resultó ser amigo de mi abuelo y le dijo a mi papá “ que locura hiciste, conmigo aquí jamás ibas a hacer la conscripción”, mi papá se quería matar, pero lo hecho, hecho estaba.
A mi mamá no le gustaba como la miraba mi abuelo, era libidinoso y mi abuela se daba cuenta y lo retaba todo el tiempo “ que haces viejo baboso, no ves que es una nena!” , ahí mi abuelo reculaba y se hacía el inocente. El día que mi papá vio a mi mamá por primera vez, la miró desde atrás, ella vestía una falda negra de cadera alta, con un cinturón ancho que le ajustaba la cintura de tal forma, que aquella podía ser abrazada con los dedos de las manos y estos tocarse las puntas entre si. Arriba llevaba una camisa blanca, sus primeros botones estabas desabrochados dejando al descubierto la voluptuosidad de sus enormes y firmes senos. Mi madre nunca dejaba de sonreír, el barrio entero la adoraba, por eso el negocio de mi abuelo empezó a incrementar sus ventas cada día. Ella era muy simpática y tenía un gran talento para vender, con cada compra que hacían, les reglaba un pastelito y la gente salía encantada. Mi papá se acercó lentamente y paso del otro lado del mostrador, hacía varios días que no dormía en su casa, pues para hacer la revisión militar tuvo que permanecer en las dependencias hasta que le dieran el alta. Fue tal el asombro que le causó mi madre, que casi se cae al suelo de un tropiezo. Par empezar la conversación le pregunto su nombre y mi madre le pregunto quien sos? , “ soy el hijo de los dueños” respondió, y ella le dijo- que raro, no te conocía. Así comenzó una relación que duro por muchos años.
Inmediatamente que se conocieron, empezaron a estar juntos todo el día, se enamoraron con una pasión abrazadora. A mi mamá no le importaba que mi padre no tuviera dientes y ni a él que ella fuera mulata. Mi padre dormía en una pequeña pieza que quedaba justo en la mitad de una escalera que subía a una terraza, y juntos pasaban horas allí, charlando o haciendo el amor. Mi abuelo ardía de celos, pero nada podía hacer con mi abuela pisándole los talones, además era su hijo y se los veía muy enamorados.
Cuando mi mamá se da cuenta que esta embarazada, corre emocionada a contárselo a mi papá, este se perturbó, pensó en que no tenían casa, que eran muy jóvenes, que como iban a hacer para criar un niño. Mi papá, además de trabajar en la fábrica de mi abuelo, era botellero. Un botellero antiguamente, era una persona que iba con un carro tirado a caballos por las casas a recoger todo aquello que la gente desechaba. El separaba el vidrio, el papel etc. Y lo vendía por kg., lo demás lo vendía usado a lo que le dieran, de todos modos nunca lo había comprado, así que era toda ganancia. Ahora con la noticia, decidió que debían irse a vivir a otro lado, mi abuelos tampoco querían otra familia viviendo ahí, ya eran demasiados. Mi papá era el mayor y tenía 2 hermanas mujeres y 2 hermanos varones, todos vivían en esa pequeña casa de 3 cuartos y patio.
Mi abuela materna por su lado ya tenía 10 hijos y en una de las tan famosas cruzadas que hacía Eva Perón le regalo a mi abuela un chalet en las afueras de Buenos Aires. Ella estaba eternamente agradecida a Evita, había un cuadro de EVA Duarte de Perón en el living, era la típica foto donde ella vestía un collar de perlas y llevaba el pelo recogido con un rodete. No se podía pasar por alto lo impactante de esa figura en la pared, parecía una reina. Mi abuela estaba orgullosa de tener el cuadro (vino colocado en la casa cuando se la dieron) y orgullosa de amar a Evita. El 26 de julio de 1952, Evita muere a los 33 años de un cáncer terminal, según me contó mi mamá, unas semanas antes habían escuchado su último discurso, en donde Evita le pedía a sus descamisados que después de su muerte siguieran apoyando al Gral. Perón. Todos la habían escuchado por radio y algunos habían ido a Plaza de Mayo, en cada frase, en cada palabra que pronunciaba, todos la lloraban, escuchaban el discurso y lloraban. Cuando murió entre todos los hermanos le pusieron una banda negra al cuadro en donde Eva sonreía espléndidamente. Fue un golpe tremendo para mi familia. Después que yo nací, en el año 1956, todavía se la seguía llorando por ese discurso y por su muerte.
Para mi abuela que siempre había vivido con su mamá o de casa en casa de cualquier tío con todos los críos a cuestas, no podía creer lo que le había sucedido, por fin tenían su propia casa y ya no había nada más importante en el mundo. La casa tenía jardín y mi abuela era una gran jardinera, no había vecino que pasará por allí que no se parara a mirar esos bellos rosales. Tenía una mano extraordinaria para las flores y un gusto muy fino para decorar su casa y limpiarla al extremo. No podía negar sus genes italianos y se notaba en cada rincón. Yo adoraba ir a lo de mi abuela materna, ella tenía carpetas bordadas, el suelo era humilde, de baldosas rojas, pero ella lo enceraba y lustraba a mano. Guay de alguien entre sin patines, podía llegar a matar si le ensuciaban su hermosa casa
La tarde en que mi mamá fue a visitar a mi abuela para contarle que estaba embarazada, que no la querían en la casa de su suegra y que le pedía por favor que los deje vivir ahí hasta que ellos pudieran encontrar algo donde mudarse, mi abuela se quedó muda, no obstante la situación le trajo a la memoria el mismo instante en que ella le pedía ayuda a sus padres por la misma razón y estos le dieron la piecita del fondo. Entonces, le propuso a mi mamá que se construyeran atrás una pieza y que compartirían el baño de la casa principal. El hermano de mi mamá, que también había trabajado en el kiosco y pastelería de mi abuelo, se enojo mucho cuando se enteró del embarazo de mamá y quería ir a pegarle a mi papá, pero intercedió mi abuela y le pidió que en vez de poner piedras la ayude, que mi mamá siempre había trabajado y todo su sueldo lo había mandado para darle de comer a sus hermanos, que era hora de que ellos la ayudaran a ella. Mi tío reaccionó y dio marcha atrás en sus intenciones, entonces se puso con mi papá a hacer la pieza, mi mamá estaba tan feliz que no podía creerlo. Cuando se terminó la obra, mi mamá ya tenía 5 meses de embarazo y decidieron casarse para tener una libreta adonde anotar el nacimiento del hijo que venía en camino. Se casaron el 27 de junio de 1954, y el 19 de agosto del mismo año nació mi hermana, una hermosa muñeca, de tez trigueña, ojos verdes y una pequeñísima naricita que hacía las delicias de todos los que la visitaban. Mi mamá estaba orgullosa, mi papá también, pero él en su interior esperaba un varón y se lo hacía saber a mi mamá cada vez que podía.
Al año la Argentina estaba en plena revuela política, el Gral. Perón había sido derrocado y todos mis tíos varones y mujeres, incluida mi mamá con su beba a cuestas, se fueron a Plaza de Mayo a pedir que liberen al Gral. Perón, El comandante Isaac Rojas estaba al mando de la oposición y ordenó que lo cañones apunten la plaza. El 16 de junio de 1955 se produce un levantamiento militar en el que la Aviación Naval bombardeó Buenos Aires causando 364 muertos, mi mamá, mi papá y mis tíos se salvaron de milagro, corrían entre las bombas desesperados. Todos sabían que no era apropiado que mi mamá con su beba estuvieran allí, por eso a pesar de su tozudez, la sacaron casi a la rastra.
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